A día de hoy estoy en ese punto de una vida.
Ese efímero lugar en el que todas las luces están apunto de fundirse, nada parece lo que era y los vasos no están ni medio llenos ni medio vacíos, se encuentran simplemente rotos, como las vidas de los que se mueven por estos paisajes.
Esa consecución de días en los que se repite la misma secuencia de imágenes: yo, mi habitación, el calor de un flexo acariciando mi mejilla y mis suspiros. Suspiros que para mi son poesías, relatos y novelas, escritos y susurrados al silencio de ese cuarto en el que escondo todos lo que queda de mi.
Que difícil es dejar de escribir silencios.
Que difícil es dejar de sentir silencios.
Que difícil es dejar de ser silencio.
Ese efímero lugar en el que todas las luces están apunto de fundirse, nada parece lo que era y los vasos no están ni medio llenos ni medio vacíos, se encuentran simplemente rotos, como las vidas de los que se mueven por estos paisajes.
Esa consecución de días en los que se repite la misma secuencia de imágenes: yo, mi habitación, el calor de un flexo acariciando mi mejilla y mis suspiros. Suspiros que para mi son poesías, relatos y novelas, escritos y susurrados al silencio de ese cuarto en el que escondo todos lo que queda de mi.
Que difícil es dejar de escribir silencios.
Que difícil es dejar de sentir silencios.
Que difícil es dejar de ser silencio.